lunes, 14 de junio de 2010

iv. Folio 7 - Fin de semana

i.
¿Por qué no me llamaste?
Yo, que te habría dicho cien veces te adoro
que hubiera soltado las velas
que hubiera quemado los bosques
y tú dirías "no hace falta que lo digas siempre
no te gastes, ni falta hace"
Ahora estoy esperando entre tono y tono
entre un hipido de llanto y otro
esperando con terror tu demora
mientras duermes más lejos que en cualquier lugar
en el que mi esperanza pudiera encontrarte.


ii.
El encuentro contigo no es novedad,
es irme por tu camino de piel suave
tus puntas quebradas de piel áspera
tu olor a vergüenza, tu gusto nervioso
a ojos que no se encuentran con los míos
que de tan en llamas me hacen exclamar
que me pierdo en tu cara tan chistosa
tan colorada a golpes que das y que te doy.
Me quedo en el segundo en que tiemblas
y tus ojos se confunden, se ríen quebrados
me quedo con la exclamación de tu espalda
tiesa, inmóvil como una foto antigua
con el brillo de una estrella en tu boca
de pecas, de soles que son ojos
en tu cara por momentos vuelta a la vida
tu cara, viva como por milagro.


iii.
Así, el último día
descubrí quien era yo
y me perdí en saber
cuál de todas era la verdadera.


iv.
La casa se ha ido
y se le queda la huella en la espalda
a la casa del lado.
Se le quedan pegadas las vigas y tejas
ya sin razón de ser,
los papeles y cerámicas a lo Mondrian
en una única gran pared desnuda
muerta de frío por la despedida
"adios, casa fantasmagoría
te quedas como olor
que sólo sirve para echar de menos"


v.
Podríamos seguir aquí sin notarnos
sin llegar a conocernos nunca
en el mar de cicatrices que tengo dentro.

Llevo las manos sin sanar
heridas abiertas, llenas de tejidos muertos
caminos posibles para tus palabras
ahí en mi espalda, ahí en mis piernas,
ahí en los vacíos incomprensibles que me traigo
atorados como mapas de regreso en blanco.


vi.
hace hambre
se siente como no haber comido nunca
se siente como no haberte visto en años
en botones que permanecen en su lugar
intactos
en pelo que se ordena sobre la cabecera
rizo uno sobre otro sobre otro
pelo y constelación de migas que nunca hubo
de un pan con miel que nunca estuvo
en mi boca
más de tres o cuatro palabras
más de una noche llena de autocomplacencia
entre me faltaste y me acordé.



vii.
Se queda vacía tu repisa de la ropa en domingo
cuando vuelvo, la veo con una amnesia vacía
no reconozco eso que falta, la huella de nada
y el recuerdo de tu ropa se me aparece
y no hay nada más que pueda hacer
aparte de conservar el espacio
las ganas de abrazo, el cariño
hasta la próxima semana.