martes, 27 de abril de 2010

iv. Folio 6 - Asuntos familiares

1.

Yo sentía lástima de él. No me hagas explicarte de qué, sentía lástima de que las cosas que dijera me hicieran cerrar los ojos y apretar la boca. Me daba lástima que lo rotearan, pero sabía que tenían razón. Me daba lástima la lástima del resto, la lástima que sentían de mí como si me la heredaran, como si la necesitara igual que cerrar los ojos, igual que rechinar los dientes, como si necesitara estar ahí siendo lo que me tocó ser y nada más, simple y difícil como la extensión más chica de la pena que él siempre causó ahí donde aparecía.




2.

Quiero que esto se termine

no me molestaría enterrada aquí en la basura, en la soledad de esperar ninguna cosa

empezaré a escribir cartas, empezaré con parches una inmensa despedida

todas las veces que necesité un abrazo tuyo estabas dormido, sin abrir nunca los ojos y ver el desastre que soy

no me hagas mentir que no quiero estar para siempre así

no me mires con esa cara de muerte

que por qué ya no te llevo en las manos,

que por qué ya no te digo que también quiero que volvamos a los volantines el próximo año

porque al final cada vez estoy aquí, atascada en lo mismo de siempre

y no me importa si quisiste a alguien como me quieres a mí

no termina importándome absolutamente nada.



i.

(12 de octubre - feriado)

Hola papá,

Ni que lo digas: siempre creí que tú te ibas a morir antes, pero las cosas siempre operan de maneras misteriosas. No quisiera contarte mucho sobre los motivos, que son largos y para variar me he equivocado, sino que hacerte un par de encargos muy personales. En primer lugar, te pido que te compongas de lo que sea que tengas y te portes a la altura, porque no podría morirme sabiendo que te dejo como carga a mi hermano. No me lo tomes a mal, pero si en esta vida no enderezas las cosas te quedas solo, y no quiero que Jorge tenga la culpa de no haberse hecho cargo de ti que ahora tengo yo. Lo otro es que uses bien el número de teléfono que te di y no la llames por cualquier cosa: estoy segura de que no va a creerte los teatros ni va a aguantarte los escándalos. Te doy gracias por todo lo que hiciste por mí, lo que te deba lo arreglamos en otra parte. Mira que acá con suerte me quedaron las piernas para traerme sola de un lado a otro.


Te quiere mucho,

Carolina.



ii.

(13 de octubre – 5 am)

Mamá,

Espero que al recibir esta carta estés más tranquila que la última vez que hablamos. Te escribo para que sepas por mí que me voy, y no sé cuánto me demore en volver, y la culpa es absolutamente mía. Estoy cansada de las cosas que se supone deba hacer y pasó lo mismo de siempre, lo mismo de esas tantas novelas, de esas tantas historias salidas de por ahí. Estos días supe que no podía ser feliz y no es bueno vivir con eso, aunque esta es la vida que te enorgullece. Te la regalaría si pudiera, ojalá pudiera. Lo siento mucho, mamá, pero no puedo ser nada de lo que esperabas. A menudo pienso que hubiese querido una vida tranquila, pero elegimos ser tan ambiciosas. Quiere a mis hermanos aunque se ponga difícil: controla tu rabia. No le cortes tanto el pelo al Benja para que le salgan los cachirulos y déjalo a veces decir las palabras mal, como si le salieran directo de los sueños.

No me gustó nunca el museo, me gustaban los chocolates y no lo supiste, pero ahora lo sabes.


Te quiere,

Carolina.



iii.

(13 de octubre – 6 am)

Tocho,

No sé ni cómo empezar esta carta. Esta carta quizás sea la única razón por la cual no me iría, pero me voy igual. No sé empezar de otra forma que no sea pidiendo perdón. Perdón, por todo lo que algua vez dije, hice o dejé de hacer y decir. Por todo el tiempo desaprovechado en peleas de dulces y juguetes. Ahora quisiera haber sido techo y canción, y familia, y tantas otras más cosas que te hubieran servido más que las tareas apuradas para la mañana siguiente. No he conseguido más que ser mis propias penas negras, el único mérito que tengo es habértelas escondido siempre. Perdona no haber tenido más alegrías que compartir, hermano, pero es que siempre fuimos tan pobres. No soy nadie para creerme algo, pero te pido que ahora que ya no estoy dejes de sentirte tan solo siempre. Hay cosas terribles que nunca pasan, pero eso no quiere decir que eso nos haga merecerlo todo. La vida es tan corta y nosotros hemos sido tan infelices que no sé qué más podría yo decirte. El resto ya lo sabes. Espero haber sido buena hermana y amiga, como tú que siempre has sido la alegría que tengo y mi única familia.

Cariño, aprecio, orgullo, perdones y sólo buenos deseos,

Caco.